¡A la mesa!
El acto de comer es importante
Cuando comemos no estamos atendiendo sólo a unas necesidades físicas: el acto de comer es importante también desde un punto de vista familiar y social.
La cena está servida
Una mesa bien puesta, como ésta predispone a comportamientos sociales más amables y comunicativos.
Cuando nos sentamos a la mesa
Cuando nos sentamos a la mesa, sea en nuestro hogar, en casa de amigos o en el restaurante, estamos dando inicio a un proceso importante. Nuestro organismo necesita el alimento, pero no se trata del mero hecho de satisfacer esta necesidad. La forma en que comemos, el ambiente durante la comida (tensa o distendida), influyen también en que el resultado final de este acto rutinario de comer sea más o menos positivo.
Ve a la mesa ligera de equipaje
A poco que puedas… no te lleves a la mesa, junto a las apetitosas viandas, las preocupaciones y loa fastidios de la jornada. Si comes con otras personas, procura evitar las discusiones violentas. No pretendas resolver los problemas familiares entre plato y plato: existen momentos más oportunos. La conversación en la mesa debe ser distendida y lo más amable posible, evita los temas desagradables: enfermedades, sucesos tristes…
¡Así no!
Aquí tenemos un ejemplo que podríamos calificar de cavernícolas. Parece que le corre prisa devorar su presa, como si temiera que se la disputaran.
¿Sabes comer?
No contestes a la ligera. ¿Te sientas a la mesa (o no te sientas siquiera, sobre todo a la hora del desayuno) y engulles lo que sea aprisa y corriendo, porque no tienes tiempo? Si lo haces, muy mal… Es importante que te tomes el tiempo necesario. Incluso parece ser que comer con cierta calma, masticando bien los alimentos, ayuda a no engordar. Y no olvides, además, que comer es un acto social. Cuida tu aspecto, aunque estés en tu propia casa. Y no descuides nunca los buenos modales. El hábito, por lo menos en estos casos, sí hace el monje.
¡No, por favor!
En medio de una discusión violenta, la comida puede llegar a sentirnos mal.
Así está mejor
Cuando se saborea la comida, utilizando el sentido del gusto, entonces se disfruta de los manjares, además de aprovechar los nutrientes que contienen para satisfacer las necesidades del organismo.
¡Felicidades!
Aunque no se trate de una celebración, los comensales han convertido una comida sencilla en una fiesta.