Bajo sospecha
No decimos que sean malos, pero…
Existen diversos alimentos que son intrínsecamente buenos, pero debemos considerarlos con cautela. Su abuso puede ser perjudicial y conducirnos a algún trastorno que ponga en peligro nuestro buen estado físico o que acabe por provocar una auténtica enfermedad.
Un festín pantagruélico
Una vez al año no hace daño… pero esos platos múltiples, regados con demasiado alcohol y rematados por postres muy pesados, no son un ejemplo de dieta saludable.
La lista negra
Grasas saturadas: La reducción del consumo de carne y otros productos que contengan grasas de origen animal (embutidos, leche entera, huevos) es un consejo general. De hecho, en Estados Unidos se está tratando de introducir estos hábitos sanos desde la edad escolar, mediante una adecuada información. Al exceso de grasa se atribuyen, con razón o sin ella, muchas enfermedades; en cualquier caso, y sin entrar en terreno médico, es cierto que se traduce en un aumento de peso.
Azúcar y dulces: El principal inconveniente que se achaca al azúcar es que sólo proporciona las llamadas calorías vacías. Y ciertamente el azúcar es pura energía, sin ningún complemento nutriente. El abuso de azúcar y dulces conduce fácilmente a la obesidad; también suele atribuirse a su consumo exagerado la caries dental y un aumento de riesgo de padecer diabetes. Tomar menos azúcar y dulces parece un buen consejo, en general.
Sal: Moderación debe ser la norma para este producto del que se abusa casi siempre. La reducción se impone… si no acabarán por prohibírtela del todo.
Alcohol: Poco: bueno; mucho; ¡malísimo! Lo malo de decir que el alcohol tomado con moderación tiene efectos beneficiosos es que la gente tiende a pasarse con facilidad. Al parecer, la cantidad idónea es de 20-30 gramos de alcohol diarios: el equivalente de dos vasitos de vino. A partir de ahí, retiramos lo dicho y el alcohol debe considerarse claramente perjudicial. Es muy fácil habitarse, crea dependencia, y ya sabemos las tremendas repercusiones en la salud y en las relaciones familiares y sociales, que implica el alcoholismo.
Café, té, refrescos con cafeína: El abuso llega a crear dependencia. Por otra parte, están desaconsejados en personas con tendencias al insomnio, muy nerviosas o ansiosas. El café estimula la secreción ácida del estómago; no deben tomarlo, por tanto, quienes sufren de úlcera.
No aptos para mayores
La prohibición aquí es a la inversa de lo corriente. Los productos lácteos enteros no son aconsejables para las personas mayores o para quienes han tenido ya algún problema de salud que pueda relacionarse con el consumo de grasas saturadas.
Un aparte especial: el tabaco
Como hablamos de cosas que pueden perjudicarnos, ¿por qué no recordar el tabaco, que nos perjudica sin lugar a dudas? Lo mejor: no empezar. Lo bueno: dejarlo. Lo regular: disminuir la cantidad. Lo malo: seguir fumando una cajetilla diaria…
Platos fuertes
No es recomendable tomar con mucha frecuencia los célebres huevos fritos. Pero quien quema muchas calorías, necesita comidas consistentes.
Otro plato bajo sospecha
Comer demasiada carne, además de los peligros de la grasa saturada para la arteriosclerosis, fatiga también el riñón.