En todas las dietas suele aconsejarse una reducción del consumo de sal. Sin embargo, nuestro organismo la necesita. Por tanto, nos hallamos ante un problema de moderación, de equilibrio.
Una salina con sus característicos estanques
La sal marina se obtiene en las salinas por evaporación del agua del mar. El agua va pasando por diferentes estanques hasta que, finalmente, se extrae la sal, que se deposita al aire libre.
Bella como una piedra preciosa
Además de la sal marina, también encontramos en la tierra sal cristalizada: es la sal gema. Los cristales de sal suelen tener aspecto cúbico. Si su composición lo permite, la sal gema, finamente molida, se utiliza en cocina.
Un poco de historia
El uso de la sal es muy antiguo. Esta sustancia permitió, antes de que la industria moderna inventara otros sistemas, la conservación de muchos alimentos. Carnes y pescados en salazón sirvieron al hombre para tener reservas de provisiones perecederas, que sin la sal no hubiera podido guardar. Fue, en suma, un elemento tan precioso que llegó a usarse como moneda de cambio. Entonces, ¿por qué ahora existe tanta prevención contra la sal?
Una cuestión de abuso, como siempre
El problema con la sal es el abuso, como ocurre con casi todo. La sal que verdaderamente necesitamos es poca: unos 4 g de media eran el mínimo aconsejado tradicionalmente; ahora se ha llegado a afirmar que sólo es imprescindible una cantidad sensiblemente menor: tal vez 1 g diario.
La función de la sal
Junto con el potasio, la sal se encarga de regular el equilibrio de los líquidos en nuestro organismo. Una dieta carente de sal no expondría a perder, con el sudor y la orina, líquidos necesarios, con riesgo de llegar a la deshidratación.
Los peligros de tomar demasiada sal
Es ya notorio que la sal está desaconsejada para las personas hipertensas; también se prohíbe o se reduce su consumo en caso de arteriosclerosis y para la prevención de ésta. Además de influir en la tensión arterial, un exceso de sal puede provocar hinchazón y otras molestias, secuela de la retención de agua que provoca.
Sal para todos los gustos
La hay de grano grueso, para algunas preparaciones culinarias (como los pescados o carnes a la sal, en las que se utiliza como recubrimiento), sal yodada, sal de mesa en polvo finísimo, sal normal de cocina y sales de régimen para quienes tienen prohibido el cloruro de sodio.
Numerosos alimentos contienen algo de sodio
Muchos alimentos contienen aunque sea poco cloruro de sodio (verduras, frutas, carne); debemos tenerlo en cuenta porque se calcula que este consumo encubierto aporta entre 1 y 1,5 g a un régimen normal, y debemos descontarlo del total visible, en forma de sal de cocina o mesa, que incorporamos en el momento de la preparación o consumo de las comidas. (Muchas personas tienen el vicio de añadirse sal en la mesa aun antes de haber probado la comida. Para ellas sería mejor no sacar el salero.) Desde ahora, modera el uso de la sal y, para compensarlo, condimenta con hierbas aromáticas y especias. Tu salud y la de tu familia te lo agradecerán.