Una dosis de higiene y una observación personal pueden constituir una buena base para asegurar un cuerpo sano.
Agua, un elemento imprescindible en nuestra vida.
La ducha al comenzar el día es una ocasión para que tomes contacto con tu propio cuerpo.
La higiene corporal
Para tener un cuerpo sano debemos cuidarlo. Y el primer cuidado es una higiene escrupulosa. Ninguna mujer puede ser realmente hermosa, aunque tenga un rostro perfecto o una silueta envidiable, si no es una mujer limpia de los pies a la cabeza. Esto puede resultante tan obvio que te parecerá innecesario mencionarlo. Y, sin embargo, no está de más hacerlo, porque, como tantas cosas, la higiene es también un hábito que se adquiere.
¿Tu mañana empieza en la ducha?
Asegúrate de que los productos que utilizas sean adecuados para tu tipo de piel: el gel, el champú, las cremas, los desodorantes… no deben ser agresivos. Incluso aunque el producto sea intrínsecamente bueno, puedes tener algún tipo de reacción o alergia. Guíate por tu propia experiencia y no te dejes seducir por las promesas publicitarias: compra lo que creas que te conviene más desde todos los puntos de vista. Más adelante hablaremos de los cosméticos, pero hemos hecho aquí esta breve mención por que los productos que utilizamos para la higiene corporal pueden afectar también nuestra salud.
¿Te miras al espejo sin verte?
Es algo que ocurre muchas veces. ¡Nos tenemos tan vistas! Sin embargo, es bueno que al secarte después del baño, al extender sobre tu rostro la crema hidratante, te fijes un poco en tu propio cuerpo. Cualquier cosa que te llame la atención: una ligera erupción, una manchita que no tenías o que ha cambiado de tamaño, la más mínima sospecha de ganglios en las axilas o de alguna asimetría o deformación de las mamas… deben vigilarse y, si resultan sospechosas, será conveniente que consultes a tu médico. Acostúmbrate, pues, a mirarte, a sentirte. No se trata con esto de sustituir los chequeos habituales, pero si vale la pena prestar atención a unas anomalías que en general serán inofensivas, pero que en ocasiones pueden requerir algún tipo de tratamiento.
No te mires sin ver
No te limites a secarte o friccionarte con la leche corporal. Aprovecha para comprobar que no existe ninguna anomalía visible en tu cuerpo.
Luce una piel impecable
Algunas manchitas o sarpullidos pueden deberse a una alergia. Lávate con abundante agua y presta atención a cualquier anormalidad en tu piel.
Los ojos
Fíjate si presentan manchas, irritaciones, lagrimeo…